El Bienhablao

Repertorio de vocablos (La Manchuela)

Prólogo - Ángel de Mora

Ha pasado ya algún tiempo desde que la idea de recolectar y fijar las palabras, que siempre han estado resonando por estas calles y campos, remolineaba por mi cabeza; me daba pena que se olvidaran o desaparecieran, pues bien cierto es que igual que con el paso del tiempo algo se aprende, también, por desgracia, algo se pierde.

Esta colección de más de dos mil vocablos, nació con ese espíritu y no pretende ser un diccionario, primero porque no soy filólogo, ni lingüista y mucho menos me considero tan ducho en la materia como para atreverme a ello; por lo tanto está hecho con la única pretensión de ser una colección que comprenda esa retahila de términos de uso cotidiano que siempre he escuchado en este pueblo y pocas veces, o ninguna, en otros lugares.

Hace unos años -finales de los ochenta- realicé la primera cosecha, la cual fue repartida entre amigos y conocidos; pasado algún tiempo retomé de nuevo esta labor, revisando y ampliando lo que ya tenía; bien sé que este es un trabajo inacabado e inacabable, pues es imposible poner punto final a algo que está tan vivo como el habla de la gente, pero me agrada pensar que he intentando contribuir en evitar su desvanecimiento.

Aunque aparezcan aquí muchos vulgarismos, le pese a quien le pese, son términos que tienen más efecto, fuerza y viveza que los propios vocablos cultos o técnicos, por esta razón tienen su merecido lugar en estas páginas; muchas veces es criticado su uso por ciertas personas que se creen cultas, las cuales dejan de serlo si se ponen las orejeras del purismo y no consiguen ver mas allá, quedándose en la piel, sin conseguir ver la semilla, y eso sí que es una vulgaridad.

Por lo general son sonoras y contundentes con un significado muy concreto unas veces, y ambiguo otras, dependiendo del contexto, aunque el verdadero valor que tiene la forma de hablar de esta zona es precisamente el empleo más o menos metafórico de todas ellas, lo cual hace que la conversación sea más irónica, jocosa e ingeniosa.

La mayoría de los localismos que aquí se recogen son expresiones que hablan de comportamientos humanos, estados de ánimo, comidas, y principalmente de labores u objetos relacionados con el campo, pues La Manchuela es una zona eminentemente rural, siendo una lástima que muchos de estos términos o expresiones se hayan perdido al ir mecanizándose el campo; pues por ejemplo, debería haber un buen repertorio en la época de la siega, pero al aparecer la cosechadora muchas acciones o labores que se hacían se han perdido y por lo tanto las palabras que las definían también.

He tendido a ensamblar o rejuntar las letras de distintos vocablos para así darle una forma más unitaria; hay otras que al carecer de documentación escrita las he puesto como creía más conveniente. No sé si habré acertado o ajustado con toda la precisión que se merecen al definirlas, cualquier equivocación espero sea disculpada y corregida con posterioridad.

Todas las palabras van acompañadas de un ejemplo, como mínimo, para poder entender mejor su utilización y hacer más llevadera su lectura. La gran mayoría tienen un toque de humor; quizás para algunos tosco y exagerado, pero nunca con ánimo de ofender, pudiendo parecer quitar rigor al estudio de dichas palabras, pero cierto es que todo lo que le falte de académico a este trabajo lo he puesto en cariño. Los ejemplos están ilustrados a propósito, pues un diccionario es un libro de consulta donde se busca el vocablo que se quiere localizar y ya está; he intentado con ellos animar al lector para que no se detenga en la palabra consultada, si no que la curiosidad le lleve a seguir leyendo.

Esta es una colección abierta a todos los términos que se puedan ir agregando o corrigiendo; si no he incluido más ha sido por descuido o desconocimiento, por tanto te pido a ti, lector, que si sabes o encuentras alguno la envíes al correo, con su correspondiente ejemplo y definición, lugar donde se utiliza, así como cualquier matización o corrección de las ya puestas, a ver si entre todos conseguimos hacerlo más completo, rico y tan sólido como un rulo, evitando que caiga en el olvido.

Para mí estas palabras son algo más que la unión de determinadas letras, en cada una de ellas hay una vivencia y un grato e indeleble recuerdo de las personas que las han utilizado y tantas cosas me han enseñado. Me gusta pensar que aunque algunas de ellas estén físicamente muertas, puedan retoñar en estas páginas.

Si a alguien quiero dedicar este trabajo es a nuestras personas mayores, y en especial a mis abuelos, Angel y Josefa, Andrés y Marieta, (sin olvidar a mis padres Santi y Regina) por ser nuestros ascendientes el puente vivo por el que nos han llegado estas palabras que nosotros debemos conservar y utilizar en estos días de anglicismos y vertiginoso progreso cibernético, y no gastar el tiempo en importar términos que abundan en nuestro leguaje.

Esta es la cuarta edición de El Bienhabalo (las tres anteriores fueron realizadas a base de fotocopias) y al igual que ha pasado el tiempo, también ha crecido mi agradecimiento, y si antes solo tenía ascendentes, ahora me veo en la gustosa obligación a dedicarlo a los que se van incorporado a este camino, que en el fondo son los encargados de usar estos vocablos para que no desaparezcan, y si por lo menos no las gastan en el salón, que las guarden en la despensa, y de vez en cuando las vayan oreando para que no se echen a perder, que en habiendo buena despensa siempre hay buen ánimo para afrontar el futuro; va por tanto para mis hijas Adriana y Ángela, y, por supuesto, a Adela.

(AMR)

La Manchuela, primavera 2008